Del pianista, copas de whiskey y una tragedia china

Hay un bar que nunca he mencionado, ni a mis amigos mas cercanos, ni a mi familia; supongo que de haber durado un mes mas juntos te lo habría revelado, pero es algo que nunca sabremos; me toca aclarar que si nunca he hablado de el no es por desconfianza sino por que es el pequeño agujero en el que me refugio cuando algo no esta bien en mi vida, es el sitio al que acudo a veces a pensar, a escribir o decidir como arreglare esa parte mía que necesita mantenimiento; bueno, el caso es que, en aquel tugurio tengo un conocido al que no se si llamaría mi amigo; es el músico que toca los últimos tres días de la semana sin falta, quien a pesar de saber tocar tres instrumentos prefiere acompañarse siempre con el viejo piano del lugar, en parte creo que es por comodidad ya que trasladar algún instrumento en metro no es la mejor opción, sobre todo si son dos horas de camino, en fin; cuando acudo al lugar, acostumbro  consentirme con unas cuantas copas del whisky y a veces si hay tiempo y no esta muy ocupado, me tomo un trago con el pianista, esta ultima ocasión creí que no habría oportunidad porque iba acompañado de una rubia alta que, sin duda linda, era algo insípida; me la presento con cortesía y me dijo su nombre, el cual ya ni siquiera recuerdo, después de todo de que serviría acordarme.



Como siempre el tipo se tomo un trago de tequila para calentar la voz y abrió la velada con un par de melodías que son de mi agrado, “just like starting over” (como volver a empezar) de John Lennon y “un poco de juego” de Enrique Bunbury, de alguna manera sabia que eso era lo que necesitaba escuchar, después de eso, mi mente comenzó a divagar mientras las notas de “café humedad” vibraban en el aire. Nunca he sabido si entona esas dos canciones por complacencia o solo es una casualidad, es una duda que tengo desde aquella vez que tomamos una botella cada quien por andar dolidos y terminamos en el congal a una cuadra del bar amando teiboleras.



Sonreí al recordar esa juerga y levante mi copa a manera de brindis, uno que solo comprendíamos el pianista, el cantinero y yo, no se si el primero se percato pero el hombre cincuentón detrás de la barra me regreso la sonrisa, una vez que eso ocurrió regrese a lo que me incumbía en ese momento, eran un par de cosas que habían estado revoloteando en mi cabeza, una de ellas era aquella obra de teatro que vi en un teatro barato cuando estaba en la primaria, era la puesta en escena de un relato oriental sobre un hombre que en su adolescencia se traslada de su pueblo a la ciudad para terminar sus estudios, pero al llegar a aquella ciudad se encontró deslumbrado por los placeres que ofrecían ahí, cosas que en su natal no existían, se hizo de amigos que no le convenían y el dinero, que sus padres habían ahorrado con tanto esfuerzo en el campo para que su hijo estudiara medicina, lo termino gastando en juergas, mujeres y todo tipo de excesos, de entre todo eso algo bueno surgió cuando conoció a una prostituta de la cual el se enamoro y viceversa, se mudaron juntos, el consiguió un trabajo humilde y se olvido de la escuela por completo, pasados unos años recibe un telegrama por parte de sus padres, quienes tenían la idea de que su hijo era ahora todo un exitoso doctor, en el que le pedían que pasase una temporada con ellos y de ser posible se reinstalara con ellos en el campo, al saber esto el joven adulto en que se había convertido, sintió una terrible angustia y se pregunto como haría para regresar a casa con las manos vacías y con una mujer de reputación dudosa como pareja, cuando lo comento con esta, ella le dijo que no se preocupara, que estaba segura que sus padres entenderían y lo aceptarían y que después de todo era la oportunidad que esperaban de iniciar de nuevo, la mujer tenia razón y aunque esto lo tranquilizo un poco, de ahí en adelante no pudo sacarse de la cabeza la idea de la terrible deshonra para su familia; entre dimes y diretes la pareja acordó que irían de visita solamente, el día en que se marcharon el se despidió de los pocos amigos que le quedaron después de que el dinero se desvaneció y los viejos conocidos, ella por su parte fue a ver a sus colegas de fornicio que eran a su manera de ver la única familia que tenia, pero antes de irse la madame le regalo un pequeño cofre en el que a palabras de la señora, cada una de las chicas había puesto algo que era de valor para ellas y que solo lo abriese cuando fuera necesario, aun antes de abrir el cofre la mujer sabia lo que contenía y lo guardo para dar una sorpresa a su marido. Ambos abordaron algo parecido a una canoa por que el viaje era a través del lago, río o no se que fuese, y a cada minuto que sabia se acercaba mas el destino el joven se sentía mas angustiado, cuando hicieron una pequeña parada para alimentarse el conoció a un hombre de muy buena posición económica que le invito unos tragos de sake, después de charlar un momento el hombre adinerado lo convenció de que a sus padres no les importaría si tenia profesión o no mientras el les mostrara un buen fajo de billetes, después lo felicito por tener una esposa tan hermosa y seguido de eso le propuso dinero a cambio de su mujer “mira, tu necesitas dinero para sorprender a tus padres y escapar de su odio y de tu deshonra, necesitas el dinero que yo te puedo proporcionar, pero yo necesito una mujer hermosa para presumir y gozar, mujer perfecta como la que solo tu me puedes proporcionar, entiendes de lo que te hablo ¿cierto?” el joven dijo que si y entrego a su mujer a cambio de algo de plata, cuando el joven ya se marchaba en su canoa volteo su rostro, ahora bautizado de culpa y tristeza, hacia el puerto donde observo a la mujer que acababa de vender y esta le dijo “si lo que tu necesitabas era dinero yo te hubiera dado mas” al mismo tiempo en que abría el pequeño cofre y de el sacaba puños y puños de perlas, mismas que iba tirando al agua tristemente.



La segunda cosa que estaba en mi mente fue el monumento a la revolución mexicana, originalmente estaba pensado como la sede del poder legislativo, fue diseñado por el arquitecto Emile Bernard y pensado como un obra majestuosa, pero lo que nosotros vemos como un monumento que nos enorgullece en realidad es una vergüenza, a tal grado que es llamado como “la máxima representación del fracaso histórico de México en el siglo XX”. Sonreí después de media hora de encontrarme pensativo, tal vez fue el como se relacionaban ambos casos conmigo o quizás el escuchar “no me pidas ser tu amigo” de Fernando Delgadillo o mejor aun, un poco de ambas. Ahora han de preguntarse que tienen que ver esas cosas entre si, lo explicare:



Todo tiene que ver con una relación que tuve el año pasado y la visualización que tuve respecto a ella una vez que termino, preguntaba para mi ¿Quién pierde mas? ¿Ella o yo? ¿El tipo que después de todo no amaba tanto a su pareja como para que fuera suficiente? ¿La mujer que después de ser vendida tendría una vida llena de lujos con un hombre al que no quería? ¿Quién pierde más? ¿Podríamos, ella o yo, darnos esa respuesta con algo de sinceridad? Por que a mi parecer, según el relato, yo no seria el hombre, en todo caso seria la prostituta (eso no sonó bien, pero saben a lo que me refiero ¿cierto?) porque fue a mi al que cambiaron, no por dinero, fue por un recuerdo que ni siquiera era bueno y a pesar del dolor, de todo lo malo que puedo albergar tengo la certeza de que yo ofrecía mas que un fantasma que solo aparecía cuando era menos que innecesario, pero no tire perlas, yo escupí toda las inspiración que hubo en su momento, escribí historias, bebí botellas, bese (y mas) a quienes no debía, quizás por necesidad o tal vez porque había encontrado un pretexto tras el cual resguardarme y tener derecho a hacer lo que me viniera en gana.



Bien ¿Por qué el monumento a la revolución? Por que estaba destinado a ser algo majestuoso, algo envidiable, la expresión pura del desarrollo que tenia México desde finales del siglo a pesar de los tantos detractores que ese sistema tenia y sigue teniendo, eso era lo que yo buscaba en ese entonces, pero mejor, con menos detractores, mas envidiable, tal vez no tan majestuoso. Pero al igual que en el diecinueve diez una bomba me exploto en la cara, una dosis de realidad licuo mis expectativas y al igual que el general Díaz no tuve oportunidad de ganar, ni el derecho ni las ganas necesarias de luchar.



En fin, escuche que el pianista dedico “Jealous Guy” a la rubia que lo acompañaba esa noche; el bajo del escenario y me di cuenta que llevaba mas copas de las que podía costearme esa noche; entonces tuve que acercarme a la mesa de mi “amigo” y pedirle un par de cientos de pesos prestados, no lo hizo, en cambio le dijo al cantinero que apuntara mi cuenta a la suya y me invito a sentarme y beberme un par de tragos mas con el y su acompañante, lo hice, platicamos amenamente, reímos con el mejor repertorio de chistes que pueda recordar; cuando me retire, era casi la media noche así que me despedí de ambos y le dije al pianista al mismo tiempo que sacaba mi cartera “gracias guey, te dejo lo que traigo para que no creas que soy un pinché gorrón” el respondió “no te preocupes cabron, ya sabes, hoy por mi, mañana por ti” supuse que estaba bromeando al darme cuenta que había invertido las palabras del dicho, no se porque pero creo que es mas justo decir que estaba lo suficientemente borracho así que me marche, sino mejor, cuando menos mas tranquilo.

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